viernes, 11 de febrero de 2011

Y EL CONVERSADOR SE PUSÓ A CAMINAR

Un 2 de febrero, tomó la mochila y se puso a caminar. la conversación no se podía quedar enclaustrada en los cafecitos de Santiago. El club de debate de esta ciudad ya estaba semi-adulto, el sur esperaba.

Poco dinero y mucha esperanza, la ecuación que se repetía en cada viaje. Olor a cambio, porque un loco convencido siempre es peligroso y nunca deja de alterar un poco al universo que lo recibe.

Metrotren y abajo en Rosario, una estación pequeña casi definida por el espacio entre la linea y la carretera. Entre los 100 metros de camino a la 5 sur, una plaza pequeña patio trasero, bella y despoblada. Subir la pasarela con 40 kilos a la espalda, contemplar el camino y comenzar a levantar el dedo. autostop le dicen los gringos.

30 grados y el sol madurando la piel, primera camioneta dialogo cordial
- amigo voy hasta la entrada de Rengo - me dijo de entrada
- no importa, igual me sirve - le dije dándole salida al encuentro en la primera conversación.

Después de 10 minutos estaba abajo, mojándome bajo una llave que no dejaba de regalar un chorro eternamente tibio. Tenía dos opciones esperar más misericordia del agua, o asumir el
que enfrentar al Goliat radiante era parte del juego. Una camioneta más, de las simples - las otras "palo grueso" cambian hasta de pista al verte- frenó y comenzó otro breve viaje:

Chimbarongo a la vista y el hombre de las frutas secas, sigue riendo y comentando:
- los viejos se queman en el horno todos los días, por eso el sabor especial de nuestra producción-

Bajo frente a un peaje, en pocos minutos estoy usufructando de su baño, el agua ahora es helada, los brazos y la cara son un hervidero, que se modera por un tiempo, vendrá una larga hora de espera hasta que un camión y un viaje de conversaciones de "machos" se instala alternada por historias de campo, chiquilladas y el porqué un niño tímido toma un volante y elige la carretera y la soledad.
En el primer cruce a Concepción, caigo desde las alturas del camión:
-buena suerte- me dice con cariño cargando el acelerador. el sol baja la noche sube. Irrumpe un trino en mi camino, miro por intuición la vegetación, entre pastizales una pequeña vida alada corre hacia la carretera, mientras las patas gigantes de caucho de los camiones roza su sumbra. Tomo al pequeño para sacarla de la via, la devuelvo lejos del asfalto más cerca de lo verde, pero vuelve a buscar el otro lado del camino, la otra frontera. Lo devuelvo y vuelvo, el viaje debe continuar y no puedo luchar contra el destino , camino rápido y otro pequeño se atravieza. Sólo una vez, sólo una vez más me repito, lo de que venga dice el padre que hay en mi, no depende de mis fuerzas.
Ya oscurece, y un camión me deja a la entrada de Laja, otro auto me acercará al acceso a Yumbel, la frangancia de los bosques, las estrellas multiplicadas a millones y el frio que se agradece, me suben al bus mareado de tanta energía. No sé como llego y sorprendo a mi prima.

-No avisaste tontorrón- me dice , yo la miro agradecido, tomo el tazón y el pan humeante y caluroso.
-Ya estoy aquí- me digo contento de haber comenzado el viaje.

2 comentarios:

  1. Estimado:
    No sabes cuantos recuerdos me trajo tu narración, también he sido hija de la carretera, del sol que quema la piel en verano y con los bolsillos llenos de gans de llegar a destino.
    Seguro que ahora estás disfrutando de las estrellas del sur, de los rios y manantiales emergentes, disfruta cada árbol, cada cantar de pájaros, la luna en la noche, el viento que caricia la piel.
    Sigue tu viaje, sigue tu camino...
    Dios está contigo, no estás solo.

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  2. Estimado, se esperan más comentarios de sus viajes, estamos algo ansiosos esperando las líneas que nos hacen viajar.
    Saludos desde el caluroso santiago.

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